Hemos creado este espacio con la finalidad de poder compartir con libertad, abrir caminos, hacernos preguntas… aprender y desaprender juntos y juntas de la vida, del mundo, de Dios, de nosotras y nosotros y de las demás personas. Nos gustaría bucear contigo en la vida, buscar claves, intuiciones, que nos ayuden a crecer en una espiritualidad libre y alegre.

viernes, 13 de marzo de 2009


Nado por una narración.

¿Puedes simplemente escucharme?

Cuando yo te pido que me escuches y tú empiezas a darme consejos, no has hecho lo que te he pedido. Cuando te he pedido escucharme y tú has empezado a explicarme por qué yo no debía sentirme así, tú has maltratado mis sentimientos. Cuando te he solicitado que me escuches y tú piensas en lo que debes hacer para resolver mi problema, me has rechazado por extraño que esto pueda parecer. Óyeme, es todo lo que te he pedido: que tú me escuches. No que hables o que hagas cualquier otra cosa: te pido únicamente que me escuches. Los consejos no son caros, y por unos euros yo acudiría al periódico, a las revistas del corazón, al horóscopo. Sé que puedo hacer algo por mí mism@ pues no soy impotente. Quizá puedo desanimarme o desalentarme un poco, pero no importa. Cuando tú haces algo por mí, pero yo necesito hacer algo por mí mism@, contribuyes a aumentar mi temor, tú acentúas mi desorientación. En cambio, cuando tú aceptas sencillamente el hecho de que estoy sintiendo lo que siento (poco importa el raciocinio), entonces yo puedo empezar a comprender lo que sucede en mis sentimientos irracionales. Cuando todo está diáfano, las respuestas son evidentes, yo no tengo necesidad de consejos. Los sentimientos irracionales se vuelven inteligibles cuando nosotros comprendemos lo que realmente acontece. Finalmente, si quieres escúchame y entiéndeme. Y si tú quieres hablar, espero justamente un instante y entonces, yo te escucho.



Cojo aire y me sumerjo un poco más.

Decíamos en nuestro último comentario que todos necesitamos sentirnos escuchados. Por esto, la escucha es un camino de doble dirección: necesitamos que nos escuchen y los demás nos necesitan para que les escuchemos.
Como nos plantea la narración, la escucha no es nada fácil, pero no es imposible. Podemos aprender y practicar, quizá la próxima vez que te encuentres con alguien, tengas en tus manos y en tus oídos la oportunidad de hacerlo.


Para bucear en tus propias aguas y encontrar nuestro tesoro.

Relee el texto, y evoca una situación en la que se te haya pedido que escuchases.
¿Te sientes identificad@ con algunas de las actitudes que se plantean: dando consejos, buscando soluciones, haciendo otras cosas mientras la otra persona te habla,…? ¿A qué te invita esto?
¿Practicas eso de “aceptar simplemente” lo que se comparte contigo? ¿Qué significa para ti ese “aceptar simplemente”?
¿Cómo vives la escucha: como “aguantar el rollo”, como “el regalo” que se te ofrece de ser partícipe de la vivencia de otros?

1 comentario:

  1. Creo que el relato lo dice todo. También yo me identifico dando consejos, diciendole a las demás lo que tienen que hacer. Qué dificil eso de escuchar sin que salga: a mi tambié me paso. Qué fácil es dejarle a la otra persona sin palabra, para pasar a contarles nuestra historia. Gracias por tu texto, me ayuda a hacerme cosciente. Espero que poco a poco podamos ir aprendiendo a escuchar.

    ResponderEliminar