Acabo de pasar por la puerta del cementerio de la Almudena y se notaba ya un trasiego diferente: mañana es 1 de noviembre, fecha de tradicional visita a los familiares que nos han precedido. Fiesta también de todos los santos, que nos recuerda que todos estamos llamados a mejorar –algo– el mundo con nuestro modo de estar, de pasar por esta tierra…
De Jesús de Nazaret dicen los Hechos de los Apóstoles que pasó haciendo el bien. A quienes visitamos mañana pasaron por nuestras vidas haciendo lo mismo y de algún modo nos marcaron. Por eso seguimos yendo a visitar su tumba, la cuidamos, hablamos con ellos, rezamos…
En el último mes he tenido la ocasión de acompañar cuatro veces a personas entristecidas por alguna pérdida. Me ha hecho pensar. Mucho. Sentir, y mucho: sentir, con-sentir y sentir-con.
La muerte llama a nuestra puerta, es inevitable. Por más que deseáramos no enterarnos, la muerte forma parte de la vida y nos hace sentirnos pequeños, vulnerables, desprotegidos… Cada cual ponga el adjetivo que más le refleje.
En todo caso, estos días de tanatorios y funerales me han hecho intuir que el aldabonazo que supone perder a un ser querido puede ser camino, a pesar de todo. Un camino doloroso pero también lleno de vida que nos lleve a:
- CON-SENTIR, acoger, aceptar, integrar, aspectos contradictorios y dolorosos de la vida, el amor recibido y entregado, pero también el amor guardado y negado.
- SENTIR-CON, unirnos al dolor y a la vida interior del otro, de la otra, sentirnos familia, piña unida, sentir nuestras rupturas, que a veces nos parecen insalvables, pero que también a veces se relativizan en esos momentos.
Estas son posibilidades que he intuido compartiendo distintos momentos con amigos y hermanas de mi congregación religiosa. También sé, por supuesto, el vacío que deja la muerte de alguien querido, y las dificultades y heridas que a veces salen a la luz después.
Me atrevo a esperar, sin embargo, que seamos capaces de vivir las muertes que nos toquen como aprendizajes, dolorosos pero constructivos, que nos puedan hacer mejor personas y ayudarnos mutuamente a sobrellevar las lágrimas y las risas que nos traiga la vida. Como ríos unidos por el agua que llevamos y el Agua al que nos dirigimos.
T.M.Ll.