Hemos creado este espacio con la finalidad de poder compartir con libertad, abrir caminos, hacernos preguntas… aprender y desaprender juntos y juntas de la vida, del mundo, de Dios, de nosotras y nosotros y de las demás personas. Nos gustaría bucear contigo en la vida, buscar claves, intuiciones, que nos ayuden a crecer en una espiritualidad libre y alegre.

sábado, 31 de octubre de 2009

Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar...

(Imagen tomada de: http://www.jornada.unam.mx/2003/05/26/Images/eco-i.jpg)

Acabo de pasar por la puerta del cementerio de la Almudena y se notaba ya un trasiego diferente: mañana es 1 de noviembre, fecha de tradicional visita a los familiares que nos han precedido. Fiesta también de todos los santos, que nos recuerda que todos estamos llamados a mejorar –algo– el mundo con nuestro modo de estar, de pasar por esta tierra…
De Jesús de Nazaret dicen los Hechos de los Apóstoles que pasó haciendo el bien. A quienes visitamos mañana pasaron por nuestras vidas haciendo lo mismo y de algún modo nos marcaron. Por eso seguimos yendo a visitar su tumba, la cuidamos, hablamos con ellos, rezamos…
En el último mes he tenido la ocasión de acompañar cuatro veces a personas entristecidas por alguna pérdida. Me ha hecho pensar. Mucho. Sentir, y mucho: sentir, con-sentir y sentir-con.
La muerte llama a nuestra puerta, es inevitable. Por más que deseáramos no enterarnos, la muerte forma parte de la vida y nos hace sentirnos pequeños, vulnerables, desprotegidos… Cada cual ponga el adjetivo que más le refleje.
En todo caso, estos días de tanatorios y funerales me han hecho intuir que el aldabonazo que supone perder a un ser querido puede ser camino, a pesar de todo. Un camino doloroso pero también lleno de vida que nos lleve a:

- CON-SENTIR, acoger, aceptar, integrar, aspectos contradictorios y dolorosos de la vida, el amor recibido y entregado, pero también el amor guardado y negado.

- SENTIR-CON, unirnos al dolor y a la vida interior del otro, de la otra, sentirnos familia, piña unida, sentir nuestras rupturas, que a veces nos parecen insalvables, pero que también a veces se relativizan en esos momentos.

Estas son posibilidades que he intuido compartiendo distintos momentos con amigos y hermanas de mi congregación religiosa. También sé, por supuesto, el vacío que deja la muerte de alguien querido, y las dificultades y heridas que a veces salen a la luz después.
Me atrevo a esperar, sin embargo, que seamos capaces de vivir las muertes que nos toquen como aprendizajes, dolorosos pero constructivos, que nos puedan hacer mejor personas y ayudarnos mutuamente a sobrellevar las lágrimas y las risas que nos traiga la vida. Como ríos unidos por el agua que llevamos y el Agua al que nos dirigimos.

T.M.Ll.

2 comentarios:

  1. Gracias por tu reflexión sincera y abierta que nos invita a reflexionar también sobre la muerte. No es un tema reflexión de mucha actualidad pero ¿a quién nol preocupa pensar en ello? Nos duele la muerte de las persona que amamos, seguramente tanto o más que la propia. Sin embargo, como todo lo humano, también la muerte tiene algo que decirnos y puede iluminar nuestra vida al llevarnos irremisiblemente a la pregunta ¿tiene o no sentido lo que estoy viviendo aquí y ahora? o ¿le tengo que poner algo para que adquiera sentido? ¿A cuántas personas les podría decir, con el poeta, "No mueras ¡Te amo tanto!"

    Gracias por aportar tu reflexión
    C.L.

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  2. ¡La muerte!, estamos rodeados y rodeadas de muerte y sin embargo no queremos hablar de ella, intentamos ocultarla para que no nos desestabilice. Es curioso como estamos acostumbrados a verla, pero siempre desde fuera, como si de una película se tratara y es ahí donde la vemos. Tenemos pocos impedimentos en ver películas de acción donde la muerte está siempre presente. Otra cosa es enfrentarse a la muerte de los que sí nos afectan, de los que conocemos, de los que queremos, a la muerte que nos duele y la que intentamos alejar. Estamos tan poco acostumbrados a enfrentarnos con ella, a hablar de ella, que cuando llega no sabemos que hacer.
    No puedo explicarme qué es lo que nos pasa. Yo llevo a mis muertos conmigo, a unos más que a otros, y no me pesan, me siento acompañada por ellos y en ocasiones me dan fuerza. No se lo contéis a nadie, algunos creeran que ando con fantasmas.

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