Hemos creado este espacio con la finalidad de poder compartir con libertad, abrir caminos, hacernos preguntas… aprender y desaprender juntos y juntas de la vida, del mundo, de Dios, de nosotras y nosotros y de las demás personas. Nos gustaría bucear contigo en la vida, buscar claves, intuiciones, que nos ayuden a crecer en una espiritualidad libre y alegre.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Nado por una narración...


“Cada vez que te sientas extraviada, confusa, piensa en los árboles, recuerda su manera de crecer. Recuerda que un árbol de gran copa y pocas raíces es derribado por la primera ráfaga de viento, en tanto que un árbol con muchas raíces y poca copa a duras penas deja circular su savia. Raíces y copa han de tener la misma medida, has de esta en las cosas y sobre ellas: sólo así podrás ofrecer sombra y reparo, sólo así al llegar la estación apropiada podrás cubrirte de flores y de frutos.
Y luego, cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tu corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve”.
(“Donde el corazón te lleve”, Susana Tamaro)
Cojo aire y me sumerjo un poco más...

Hay que reconocer que hoy son muchos los estímulos y los reclamos que tenemos para vivir en la superficialidad de la existencia sin tocar nuestras raíces profundas.
El silencio es la llave que nos permite abrir la puerta de “nuestra propia casa”, de nuestro interior. Hablamos del silencio que produce vida, silencio fecundo. El silencio lleva a la profundidad, a las raíces, a la fuente de agua viva. Es un silencio que surge del dejarse sorprender, de la pregunta que busca la verdad, de la palabra callada que deja paso y espacio al misterio que encierra nuestra propia realidad y la realidad del otro y de la otra. Es un silencio que implica en nosotras cultivar una serie de actitudes: saber pararnos, estar en el “aquí y ahora” despiertas a nosotras mismas y a la realidad que vivimos, paciencia para esperar, aguardar que las cosas, las situaciones, las personas, nuestro propio corazón nos hablen, confianza en que la realidad está habitada por una luz de belleza, de verdad y de bondad que sólo podemos captar desde una mirada serena y contemplativa.
El silencio se prepara, se educa, se ejercita. No es fácil con el ritmo que muchas veces llevamos dejarle espacio. Aquí os dejamos alguna pista, sugerencia que puede ayudarnos a entrar en él.

Para bucear por tus propias aguas y encontrar nuestro tesoro.
Busca un lugar tranquilo y cómodo. Adopta una postura descansada que te permita permanecer en ella durante un rato largo. Cierra los ojos, deja caer suavemente los párpados. Concéntrate en tu respiración, inspira y espira tomando conciencia de cómo el aire va entrando en ti y va llegando poco a poco a todo tu cuerpo. Siente como tus músculos se van relajando a medida que el aire va entrando y saliendo con tu respiración. Acompaña al aire que entra y se dirige a todos tus órganos, como se llenan tus pulmones, tu estómago, como se oxigenan tus brazos y piernas, como se va relajando tu rostro. Poco a poco se irá tranquilizando también tu mente, y aunque te asalten pensamientos sobre lo que tienes pendiente por hacer, sobre tus sentimientos, no te preocupes, sigue concentrado, concentrada en tu respiración. La respiración te ayuda a centrar la atención, te aísla de los ruidos exteriores, y acalla tus ruidos interiores. Toma conciencia de cómo el silencio va creciendo dentro de ti, y cómo se va acercando a tú yo más íntimo. Permanece en este silencio de forma tranquila y todo el tiempo que puedas y necesites.
Vuelve a tomar conciencia de tu respiración, de la circulación del aire por tu cuerpo, abre lentamente los ojos. Sería bueno que en este momento, recogieras en tu cuaderno los sentimientos, las sensaciones, que te han surgido en este rato de silencio.
Te invitamos a que repitas este ejercicio habitualmente, cada vez te resultará más fácil y enriquecedor.

2 comentarios:

  1. Gracias por la sugerencia, lo he probado y creo que funciona. Me cuesta dos cosas, encontrar el momento para pararme y conseguir que todo lo vivido durante el día, o las preocupaciones dejen de asaltarme.

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  2. Querid@ amig@, muchas gracias por leernos y por probar, y disculpa este eco tardío a tu comentario. Es normal que cueste encontrar un momento para nosotr@s mism@s, ya que estamos muy liad@s con muchas cosas, pero lo importante es intentarlo y no desanimarse. Si me permites, te aconsejaría no ponerte metas muy grandes, sobre todo si te estás iniciando en esto. Es mejor respirar unos minutos todos los días, que una hora a la semana, y te será más fácil encontrar ese tiempo. Luego irás ampliando según tú te vayas sintiendo.
    En cuanto a tus preocupaciones diarias, también es normal que te asalten, poco a poco se van sosegando, y si no es así, acógelas, también forman parte de tí. Puedes necesitar incluso, para tu silencio, atenderlas antes. Escúchate a ti mism@ y estoy segura de que se te irá dando el camino.
    Recibe un abrazo.

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